Despacio.Nunca es demasiado tarde, nunca un texto es demasiado largo, nunca hay demasiada prisa.
Encuentra el olor, el sabor, la imagen. Encuentra el mensaje.
Escribo mi película, tú lees mis líneas y ves la tuya.

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domingo, 13 de enero de 2013

Recuerda.

Cuando estás con tus amigos de siempre y de repente surge un repaso, una vuelta al pasado. Recuerdos que vuelven deteriorados.
Una vista hacia nuestras memorias, y una luz se enciende en tu interior. Un cosquilleo en tu estómago, la misma sensación que sientes cuando te invade el emotivo nerviosismo de dar paso a una nueva experiencia. El mismo sentimiento, cuando del baúl de tus recuerdos abstractos resurge aquella escena.
Alguien o algo, sin tener conciencia de ello, usó la clave para abrir ese recuerdo de tu mente. Palabras que sirven de llaves, explicaciones que te empujan a recordar. Pero los recuerdos también se desgastan. También se llenan de polvo y sufren cambios que les afectan. Un recuerdo no siempre hace justicia a la realidad. Si ese momento fue doloroso, traumático... Entonces se tornará oscuro y violento, más de lo que realmente fue. Si fue bonito, si te cautivó... Entonces su belleza será fuertemente incrementada.
De qué sirve ser feliz si esos momentos el tiempo te los borra y no queda nada. He vivido aventuras, he pasado los mejores ratos de mi vida.... Pero no siempre me acuerdo. Podrás contarlo, intentar recordarlo con todos sus detalles, o incluso soñarlo. Pero nunca volverás a vivirlo. Tu vida será como una película descargada de Internet, a saltos y cuya calidad de imagen y sonido dejará mucho que desear. Tanto que muchos detalles te los inventarás sin darte cuenta, los sacarás de contexto y probablemente sean erróneos. Las escenas serán mucho más perfectas de lo que realmente fueron, o mucho más dramáticas.
A veces pienso que sólo servimos para echar de menos.
Lo único que nos queda es lo que somos.
Los buenos momentos pasan, las personas mueren, los objetos se rompen, se pierden o se desgastan. Y tú..., tú tienes que vivir tu vida.
La realidad me abruma, pero el 'hoy' está ahí. Me levanto y tengo cosas que hacer. Y, de esta forma, funciono como un coche que va perdiendo gasolina: sé que un día me quedaré sin nada, que poco a poco lo estoy perdiendo todo, pero, de momento, yo sigo y mi depósito permanece medio lleno.