Despacio.Nunca es demasiado tarde, nunca un texto es demasiado largo, nunca hay demasiada prisa.
Encuentra el olor, el sabor, la imagen. Encuentra el mensaje.
Escribo mi película, tú lees mis líneas y ves la tuya.

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sábado, 21 de noviembre de 2015

Invierno

Vuelvo a casa y el hecho de que no sea Navidad sólo lo hace menos dulce. Escribo por la carretera, el frío hace que me imagine nieve, la nieve hace que me imagine cocaína y, en este punto, llego a un pensamiento doble: por una parte está C. Tangana con sus Bolsas también bajo los ojos, por otra estoy yo en el Avante con mi cara de felicidad por su culpa. Cada día mi mente es mitad presente y mitad recuerdos, o quizá más de la mitad. No vivo en el pasado, no es eso de "cualquier tiempo pasado fue mejor" (distorsionan esa realidad, el ayer no fue mejor aunque sus mentes hagan que piensen lo contrario). De repente el lunes es día de escribir de camino al supermercado más alejado para distraerme, es escuchar Avant Garde en busca de algo que me saque de la monotoníaa la caza de algo que me saque el corazón del pecho, lo mande de viaje y me lo traiga de vuelta, vivo. Vivo buscando con ansias pero feliz, encontrando lo que no buscaba. Voy de sorpresa en sorpresa y no me imagino nada mejor para mí.
Le veo a lo lejos, me alegra el día. Voy de expectativa a expectativa cumplida, me tiro porque me toca tirarme al vacío, mío, tocar fondo y salir a flote. Con los dedos de las manos cuento a quien se lo he contado y aun hoy me pregunto quién es importante aunque lo sé de sobra.
A 150 metros de la catedral, a 80 kilómetros de casa, a 20 minutos de casa a pie, de mi segunda casa. Dónde estás. En mi cabeza cambio la programación cuando quiero y ahora me entretengo imaginando qué estarás haciendo.
A veces cuando me despierto amanece un día en el que escucho el ruido de las sabanas, veo la belleza de las lámparas de casa, del camino empedrado a clase. La manera en que un escenario lluvioso altera las emociones y el privilegio de estar sentada en esta silla acolchada. A veces amanezco admirando la suavidad de mi pelo, la belleza de su imagen en mi mente, la virtud de estar pensando algo único, el puto derecho privilegiado del plato lleno que me pongo sobre la mesa compartida. 
Desnuda ante tu arte escribo mejor. Tan sensitiva que el dolor me place, tan racional que el placer me duele. Contradicciones en mi cabeza como que si estoy cansada no descanso. Si observo absorbo. No me permite hacer un giro de 180 grados este alcohol de 40, pero no lo necesito. No miro atrás, camino hasta alcanzar lo que no es necesario pero exijo como oxígeno.