Despacio.Nunca es demasiado tarde, nunca un texto es demasiado largo, nunca hay demasiada prisa.
Encuentra el olor, el sabor, la imagen. Encuentra el mensaje.
Escribo mi película, tú lees mis líneas y ves la tuya.

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domingo, 9 de diciembre de 2012

Inglaterra.

Me siento dividida en dos. Estoy aquí, ésta es mi vida, mi gente, mis cosas que hacer que me arrebatan la mitad del tiempo para que no piense. Pero aquí estoy, con la otra mitad.
Por una parte me gusta este odio íntimo que experimento, esta interna sensación de frustración. Vida humilde y corriente, con problemas comunes que te ayudan a valorar, familia con la que reñir y amigos con los que ya no experimentas la bonita sensación de irse conociendo, pero con los que puedes ser simplemente tú.
La otra mitad de mí se ha quedado en otro país, en otra rutina que me hizo feliz. Cuando cogí el avión ni esa felicidad ni esa mitad de mí cabían conmigo y en mi plaza.
Cuando me levantaba a las seis menos cuarto y pensaba en lo feliz que era. A esa hora, con ese frío, pero con tanto por vivir en un único día... La rutina que no aburre, porque es una nueva rutina y te encanta. Necesito volver a perderme entre casas iguales, enseñar mi pase de autobús y mi aún mejorable inglés. Prefiero ir por la calle y que nadie nos entienda.

Esta mitad de mí se ha quedado incluso lejos del aeropuerto y no quiero que vuelva. Es más, tengo miedo a que lo haga. Lo que quiero es volver yo misma y reunir las dos mitades cada cierto tiempo. No quiero hacer del pasado un bonito recuerdo. Si me hizo feliz, por qué pisarlo. Quiero revivirlo año tras año, aunque al subir al avión vuelva a hacerme daño y se expire de nuevo la mitad de mi felicidad.

Quizá me esté equivocando en mis decisiones mentales, pero lo que tengo claro es que esta sería la mejor equivocación entre mis equivocaciones.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Sin salida.

Esa frustración de no saber cómo ayudarles, de saber que están acabados, que se han sentenciado a sí mismos. Que son imbéciles. Que se están haciendo daño. Pero en cualquier caso eso fue, es y será decisión suya.
Hablo de jóvenes de catorce, quince o dieciséis años que comienzan a salir sólo por el alcohol, a necesitar más un cigarro que un vaso de agua, a fumar maría para conseguir reír.
Hablo de esos padres que quizá podrían sospechar de sus hijos y parar esto, pero prefieren mirar hacia otro lado, engañarse a sí mismos, convertirse en ciegos con tal de no pensar que sus hijos están enfermos de adicción y podridos por dentro, que lo único que hacen es mirar el reloj para saber cuándo podrán por fin salir de clase y tomar esa calada que tanto necesitan para quitar esa sensación de estrés y nerviosismo que les invade por dentro. No, mi hijo no puede ser uno de tantos.

Y así vivimos, desechando la vida a nuestros pocos años, valorando cualquier cosa sin mayor importancia y destruyendo todo lo que sí debería tenerla. Tu familia, tu vida, tu salud mental y física. Tu coeficiente intelectual disminuye hasta ocho puntos, y jamás recuperarás esta pérdida de inteligencia aunque dejes de fumar hierba. Pero claro, si haces esto quizá no te importe tu inteligencia. Pero a los que estamos a tu alrededor, que la pierdas sí nos importa.
Estás borrando recuerdos de tu infancia, quemando tu capacidad autónoma de pensar y hacerlo bien, quitándote días de vida. Pero, con dieciséis años, a nadie le asusta un 'en un futuro, tendrás problemas'.

No les importa, pero demasiados se arrepiente cuando ese día llega.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Estamos en 2012.

Todas esas niñas que intentan evolucionar creando su propio retroceso en el que dan vueltas y vueltas y jamás avanzan. Las mismas medias, las mismas gorras. Los mismos grupos en los cascos, los mismos grupos en su camiseta. Hablan de la originalidad que no buscan y se creen que han conseguido. Dolor, ¿dolor de qué? A falta de problemas se los buscan y los hacen todavía mas grandes, necesitan hacer de su vida uno de sus programas de televisión. Y qué consiguen. Nada. Una vida todavía más vacía y ellas no se dan cuenta. Se creen que hablan del resto cuando simplemente están hablando de sí mismas. Se creen que llamarlas modernas es un insulto y de esta manera insultan al prójimo.
Pobre víctima de la sociedad, nadie te está insultando. Nadie te está señalando porque simplemente eres una oveja más del rebaño. Dilatación en la oreja, los labios rojos. Y a ti misma te llamas original. Si realmente quisieses dejar de fumar no habrías empezado. Vete y ahoga tus supuestas penas en alcohol y dile a mamá que vas a dormir a casa de una amiga. Sois modernas, pero creáis vuestro retraso y un retroceso de la humanidad en este siglo. Vaya ironía. 
Dinos lo malísimo que es Rajoy y tu opinión sobre estas cosas. Por favor, no tienes pérdida.
Vaya noche, ¿no? Qué morada.
La cosa está en reír y llorar por cualquier cosa e intentar aparentar que no estás perdida en la vida. 
Joder, vete al H&M a por una de Nirvana y dinos que tú, como siempre, fuiste la primera. ¿Cuántos años tienes, preciosa? 
La sociedad no es un asco, qué locura. La sociedad es puro teatro de comedia, nadie lo duda.

domingo, 28 de octubre de 2012

Viva el odio y nuestra ciudad.

Seguimos con lo mismo. Como parar de comerte la cabeza si mientras piensas esto ya te estás liando. Hay tantas preguntas que quiero formularme... Y sé que la respuesta no va a ser buena, ella es siempre la que nadie quiere oír. Intento ser aquello que admiro, sentirme bien conmigo misma, sacarle el jugo. Disfrutar cada momento. Pero no puedo evitar que en mi cabeza se mezclen varias voces hasta cuando estoy durmiendo. Dios, necesito un descanso. Necesito esa transparencia que transmiten, cuando no les importa ni quién es, ni cómo es. Sólo ayudan, sonríen y hacen la vida más nuestra, más suya. No hay nada mejor que las personas y no hay nada peor que ellas. Su forma de encandilarte cuando tu puedes ver a través y sentirte tan lleno. Les quiero, y a los que siempre han estado ahí, les odio. Odiar es un sentimiento muy íntimo.
Y así maldigo mi casa, mi gente y mi puta ciudad. El amor en el fondo es odio. Según qué cosas, el odio es bueno.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Participa.

Es otra noche más en ruinas, pensando de más, sin ningún problema que destacar porque simplemente todo es un lío demasiado grande que carece de posibilidades de desenredarse. Todo está tan mal que la única opción válida para canjearla por un leve y deseado bienestar sería reiniciar la partida, o al menos volver a un punto fijado en el pasado aún sin cicatrizar. Y esto es imposible.
Esta partida ni se gana ni se pierde. Esta partida se juega, y así no es de extrañar que terminemos cansados, agotados, sin ganas ni de coger una bocanada de aire fresco, pero siempre necesitando una calada de algo que nos contamine, que nos llene de la sucia podredumbre que nos rodea y que ocupa el interior de nuestro cuerpo.
Es eso de sentirte intensamente contaminado. Somos basura y estamos rodeados de ella, y gracias a ella es por lo que sobrevivimos. Cavamos nuestra propia tumba, pero no hemos muerto todavía.
Tambalea el suelo bajo nuestros pies y todo es muy frágil. Perdemos demasiados minutos, demasiadas horas, demasiados días.
No hay pautas, no hay reglas, no hay mandos ni cámaras que capten tus movimientos. No vas a perder, no vas a ganar. ¿Te suena?
'Lo importante es participar'.

domingo, 29 de julio de 2012

Tardes diferentes.

Lo cierto es que estoy improvisando cual músico. Me siento libre. Escucho los pájaros, aquí abajo, sin saber bien si son pájaros o qué cojones son, pero ayudan. El cielo está nublado y no veo las montañas, pero sé que están ahí. No es difícil imaginarse algo que ya has visto. El césped recién cortado, el viento recién levantado, y yo... Bueno, yo... Intento hacer lo de siempre.
Mi mejor amiga está colgada al cuello y no necesito nada más. Quizá luego camine descalza por las calles y le enseñe los lugares más bonitos que conozco, juntas podremos hacer que el aspecto actual del lugar sea eterno con un simple sonido. El sonido del obturador.
Pone Switzerland, ¿sabes? Y es rojo con una cruz blanca, como las pequeñas casas que rodean el jardín. Esas casas de cuento.
Cada siete trinos de un pájaro intranquilo, un golpe seco en el palo de ese rectángulo grande y con red. ¿Este? También con su afición, disfrutando. Ese golpe seco es un chute con botas blancas que nadie va a parar. Quizá debería estar en la portería.
Y allá voy, improvisando por segunda vez.

domingo, 8 de julio de 2012

Sigue.


No estás bien. Las lágrimas resbalan por tus mejillas ya acostumbradas, sin nadie que las seque porque es inútil secar la calle cuando llueve. Tus ojos siempre están rojos, resfriados, tristes. Por mucha hambre que tengas no vas a comer bien, lo sabes. Las veces que has intentado alimentarte más de lo acostumbrado, reaccionaste echando todo lo que había entrado. Poco a poco tu esófago se está quemando, y desistes en esa tarea de comer bien si luego no va a servir para nada más que para seguir quemándote por dentro.

El problema es que tu estómago está completamente vacío y tu cabeza está demasiado llena como para pensar en que algo más pueda tener sitio.

 Algo falla y no parece ser leve. Sólo te llenan los vacíos. Ser feliz está en tus manos, muchas veces esto es la mejor parte. Pero en ocasiones, puede ser la peor. 
Siempre podrás tirar el relevo al suelo, muy lejos, para que nadie más pueda cogerlo.
Ahora estás atrapada, pero la puerta de entrada es la misma que la de salida. Cuando te des cuenta de que nadie puede ayudarte, que sólo tú puedes encontrarte, entonces la buscarás y la hallarás. 
Toda tu debilidad física ahora se convertirá en voluntad y fuerza; todo es efímero, todo cambiará.

viernes, 29 de junio de 2012

Ansiedad.

No puedo parar de juntar las manos, de mirarme las uñas, de hacer que mis dedos se doblen para coger las mangas de mi jersey y estirarlas con fuerza. No soy capaz de penetrar en sus mentes, no salen de las conversaciones de siempre y tantas personas están amontonadas en esta habitación que consumen el oxígeno que yo necesito en grandes cantidades.
Y estás ahí, los ves a todos en su salsa, disfrutando, divirtiéndose, y te das cuenta de que la que parece que no es feliz eres tú, por muy al contrario que sea.
Rodeada de gente, pero más sola que nada.Sus voces retumban, y yo con mis oídos zumbando y mi jersey ya estirado, se mezclan los gritos con las carcajadas y las frases sueltas que se repiten y se repiten. Pero el agobio los engulle a todos a tu mirada, porque eres como un pez fuera del agua.

viernes, 15 de junio de 2012

Nacer y morir, como el amor y el odio.

Nacemos, después queremos comernos el mundo, nuestras ganas de vivir se creen la cumbre del árbol Existencia, pero en realidad el momento de llegar al pico más alto de esta montaña es cuando sentamos la cabeza. Vivimos, llevamos miles de responsabilidades en nuestro interior, pero esta cabeza ya madura es medianamente feliz y 'va tirando', porque se conforma con esa vida cotidiana sin sobresaltos si al fin y al cabo, vive.
Pero pronto algo dentro de nosotros vuelve a realizar un cambio. Aparcamos en el medio siglo, falta mucho para poner el cuerpo entero en otro lugar que no es este suelo, pero ya nos sentimos derrotados. Ya no estamos en lo más alto, hemos retrocedido. Pensamos, pensamos demasiado; volvemos a estar llenos de inquietudes, intentamos hacer ver que estos años que nos pisotean no lo hacen con tanta fuerza, que seguimos siendo aquellos adolescentes, tanto psicológica como físicamente. Como cualquiera de ellos, no reconocemos lo que en cierto modo parecería imposible de negar; nos obcecamos y decimos que este cuerpo aguanta, porque siempre ha aguantado.
Seguimos retrocediendo a medida que el tiempo pasa. No existimos, intentamos comernos el mundo, sentamos la cabeza y vuelta a comernos el mundo, y vuelta a dejar de existir.
Tenemos ya los ochenta y uno, la anterior batalla perdida pero con algunas razones para sonreír. Pero aún siendo más expertos que nadie, nos tratan como a niños. No nos enteramos, quizá volvamos a necesitar tanta ayuda como esos seres de incluso menos un metro de altura que nos resultan tan lejanos y tan aferrados a la vida, tan contrarios a nosotros. Pero no están tan lejos como pensamos.
Y así vamos fase por fase, hasta que volvemos a dejar de existir. Curioso circuito el de la vida, terminar de la misma manera con la que todo empieza.

viernes, 8 de junio de 2012

La necesidad del recorrido y el recorrido de la necesidad.

Es curioso como avanza nuestra necesidad a medida que vamos creciendo, ayer me conformaba con un simple sello de unos labios, y hoy, después de intimar con alguien que encima apenas conozco, sólo se me ocurre encender un cigarrillo.

Tan sólo era un crío cuando una chica empezó a gustarme. Por supuesto, no era una atracción sexual. Yo tenía cinco o seis años, comenzaba el colegio y nunca había ido a la guardería.
No sé si era guapa, eso no era lo que me hechizaba. No soy capaz de entender por qué sentía algo especial en mi interior cuando la veía o pensaba en ella, ni por qué me imaginaba como lo mejor del mundo la imagen de nosotros jugando con la arena y, de pronto, un beso fugaz de nuestros labios encontrados, una caricia que para mí ahora carece de valor.

Fui creciendo y descubriéndome a mí mismo, llegué a los catorce y no era precisamente los ojos de las chicas lo que yo miraba. El deseo despertaba, y pronto una de aquellas me enseñó que con el mismo órgano muscular con el que hablaba podía hacer muchas otras cosas.

Y así fui creciendo, no buscaba amor, buscaba la diversión y el entretenimiento que aquellas bocas y aquellas ropas cortas y ajustadas me proporcionaban. Llegué a los dieciséis años y empecé a necesitar más, pero ninguna estaba dispuesta a darme lo que quería.
Así llegué a los roces, a las caricias íntimas, a disfrutar como nunca, a sentirme bien. Pero más pronto que tarde llegó el siguiente paso.
Diecisiete años, yo seguía sin enamorarme. Otra chica mayor que yo me enseñó los secretos que yo hasta el momento no había probado.
Fue así como descubrí que mi tesoro de ahí abajo como mejor estaba era escondido en la cueva del placer. Fui experimentando más y más, y ahora estoy medio vacío. Sé que todavía me falta una fase que logrará calmarme y llenarme, pero lo que no sé es cuándo llegará. Dicen que es lo más bonito del mundo, y que, como he comprobado, nunca sabes cuando puede aterrizar. Dicen que cuando estás enamorado el tiempo se para, y que lo único que quieres es empezar desde la primera fase con esa persona. No quieres correr, no tienes prisas, quieres ir despacio.
Te sientes como ese niño que ahora vuelves a ser, con esa extraña sensación en el estómago.

viernes, 1 de junio de 2012

A la velocidad de la luz.


Tras unos segundos el árabe está registrado en mi mente. Abro los ojos y practico este nuevo registro. Ya tengo doce. Alemán, chino, coreano, ucraniano, finlandés, árabe, francés, danés, húngaro… Son los pequeños tesoros que guardo en mi mente. El mecanismo es fácil: tras un breve silencio en el que la tecnología interviene, todo está en mi cabeza. Es por esto por lo que sé todo lo que sé, por lo que sé todo lo que quiero saber. Es cómodo tener todo lo que quieres, toda la información que necesitas. Mi abuela siempre refunfuña ante estos nuevos métodos tan habituales, y me cuenta historias que me hacen valorar lo que ahora sucede. No soy capaz de imaginarme lo que, como ella dice, es ‘hincar los codos’ y ponerse a aprender de verdad. Cada vez que tiene la oportunidad, con su voz desgastada por la edad y su mal humor casi permanente, me dice que a mis diecisiete años ella hacía esfuerzos que yo jamás llegaré a conocer. Sé que tiene razón. Ahora ya no vamos a la escuela, cuando tienes quince años decides en qué quieres trabajar, decides lo que quieres ser. No hace falta que estés seguro de tu decisión, pues lo habitual es cambiar más de tres veces a lo largo de tu vida laboral. Te acercas al lugar mágico, y allí, tras una suma de dinero que debes pagar, te añaden los conocimientos que desees. Yo, tras dos años traduciendo libros de un idioma a otro, he cambiado y ahora quiero ser bióloga marina. En media hora tendré en mi mente todo lo que tiene que tener una bióloga. Pero el problema está en encontrar el trabajo, el método por el cual te devuelvan todo el dinero y más del que te has gastado. Y eso es lo difícil. Si todos los que tenemos dinero lo sabemos todo, y los que no tienen dinero no saben nada, esto se va a pique, todos lo notamos. Los ricos somos cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. ¿Y qué vamos a hacer en contra de esto? ¿’Hincar los codos’? Simplemente, la tecnología avanzada no nos hace avanzar tanto como al principio pueda parecer.

viernes, 25 de mayo de 2012

Demasiado humano para dejar de ser.

Un día te salta a la vista cualquier rubio de ojos azules y no te olvidas. Te entra por los ojos y de tu retina, ya no sale. Y ya lo dice ella misma: retiene. Retiene que te has encaprichado de una imagen que ojalá no hubieses visto. Cualquier pensamiento hace que vuelvas a pensar en lo mismo, y en lo mismo otra vez. Es un sentimiento de tristeza y agonía, por múltiples razones. Porque no es para ti, porque no lo volverás a ver, porque no eres suficiente. Quizás. Hay que arriesgar para ganar, pero tienes razón que quién te lo dice no sabe nada. No sé nada.
Ni si quiera estás perdiendo el tiempo por una persona. Sólo por una imagen, por un físico sin mérito. Vuelve con eso tuyo que de tonterías ya tenemos suficiente. ‘Ego sum lux mundi’, recuerda. ¡Piensa con la cabeza y deja de mover los pies!
Es el instinto humano, que a veces tiende a desvariar. Y tú con tanta mierda, estás hormonando demasiado.

viernes, 27 de abril de 2012

Sólo tú puedes mandarlos a la mierda.


Increíble como a veces superamos nuestros miedos sin hacer un gran esfuerzo en el momento. El esfuerzo es el que llevamos juntado del sufrimiento del temor, pero no esperábamos que fuese suficiente. Y nos sorprendemos. Donde pensábamos que íbamos a encontrar un ataque de ansiedad, hay una sonrisa de superación. Porque hemos podido, porque nos sentimos bien. Somos grandes.
Nos encontramos en la situación que tanto temíamos, cara a cara con nuestra fobia. Y la superamos, y nos damos cuenta de que somos estúpidos. Y así todos. Porque un tanto por ciento de nosotros es estupidez, y ahora un poco menos. La mitad de nuestros problemas están en nuestra mente, en nuestras cabezas; lamentablemente solemos darnos cuenta tarde.
Sólo te robaré un minuto. Cierra los ojos, inspira, expira fuerte y ábrelos. Ahora piensa, ¿tienes algún problema, alguna fobia? Intenta solucionarlo con la mente, imagina como lo solucionarías en la realidad. La respuesta no es esa. La respuesta no es actuar como en tu imaginación, no es hacer lo que piensas que debes hacer. No del todo. La respuesta es darte cuenta de que es una gran estupidez, de que es como ese pequeño bicho que es mil veces menos peligroso que tú, pero al que le tienes miedo. Un detalle ínfimo. 
Eres más grande que tus problemas y tus fobias, deberías demostrártelo a ti mismo.

viernes, 13 de abril de 2012

Arriesga y cambia.

Quiero salir ahí fuera y tener algo que contar. Esto no me llena. En cierto modo, esta vida mía no es real. No estoy ahí fuera, interiorizo. No veo mundo, y así no puedo comérmelo. Estas energías se frustran aquí dentro y tengo ganas de salir, de conocer personas nuevas, interesantes. Ganas de vivir otras culturas, de decir 'yo estuve allí' o 'volveré'. De contar mis experiencias, que hoy en día están en números rojos.

Si sin apostar, perder, arriesgar o simplemente sin tener que hacer un gran esfuerzo todos ganásemos... Todo tiene un precio, y muchas veces ni si quiera puedes pagarlo en euros. A veces tienes que tomar una decisión, arriesgar para ganar o perder por intentarlo. Tu cuerpo y tu mente se preparan para un esfuerzo extra... Y entonces actúas. Te arriesgas porque crees que es lo que deberías hacer, y es lo que quieres hacer. Esquivas cada obstáculo y lo das todo. Y ganas. Porque es cierto que con esfuerzo y voluntad puedes conseguir lo que te propongas; es la clave del éxito, es la clave de todo. Piensas y te das cuenta de lo que has sido capaz de hacer, pese a tu fugaz pensamiento de derrota al comenzar. Lo has hecho.

Porque no es más valiente quien no tiene miedo, sino quien lo tiene y es capaz de vencerlo... y de estar orgulloso de ello.

viernes, 30 de marzo de 2012

Cuestión de huchas.

Hemos cambiado un '¿te ha besado?' por un '¿te lo has tirado?' y cada año con un año menos.
Niñas de trece años con escotes hasta el ombligo, con fotos que dejan ver su poca capacidad para pensar y con un vocabulario que asusta. 
Niñas que en menos de un par de años romperán su himen y, mucho antes, perderán la dignidad.
Sois un puto adorno, un objeto, un juguete, un pasatiempo. Pero ese tiempo también pasa para vosotras. Pasa, y no vuelve. 
Éste es el lugar de los escotes en invierno, el lugar donde reina la necesidad absoluta de llamar la atención,  donde los niños queremos vivirlo todo en un mismo periodo, y no nos damos cuenta de que, intentando llegar más allá de lo que deberíamos, la acera aún no está construida, y es muy probable que nos atropellen en una zona donde no deberíamos caminar.

viernes, 16 de marzo de 2012

Esto es todo menos justo. Nosotros somos todo, menos justos.

Accidente, tragedia. Se te encoge el corazón y piensas, ¿cómo reaccionaría yo si quienes se hubiesen muerto fueran personas imprescindibles para mí? Leer el periódico puede dejarte con mal cuerpo para todo el día. El no parar de pensar, de darle vueltas a la cabeza. ¿Cómo se encontraran entonces los seres queridos de estas personas?
Me encuentro mal y, finalmente, pienso que hoy voy a tener un mal día.
Y sí, fue así. Es increíble con que facilidad nos olvidamos de los problemas que no son nuestros. Y esa es la diferencia. Al día siguiente tú vuelves a sonreír, pero ellos no volverán a ser los mismos. Esto les marcará para siempre, y de que manera. Una herida imposible de localizar. Una herida subjetiva, pero que duele más que ninguna.
Demasiadas personas han tenido que aprender a dejar correr lágrimas por sus mejillas sin sentir la necesitad de secarlas.
Las noches son distintas. Cada noche implica recordar. Una tragedia te enseña muchas cosas, pero no vale la pena. El precio a pagar es mucho más del que le desearías al que tanto odias.
Los años pasarán y aprenderás a vivir de otra manera con ese dolor. Sonrisas tristes que reflejan tantas cosas... Pero su muerte no es tu muerte, sólo es la muerte de una parte de ti. Suena duro y es cierto a su vez.  Volverás a sonreír. A su tiempo, poco a poco. Seguirás sintiendo ese pequeño vacío de que algo te falta, recordarás y sufrirás, pero ahora con un enfoque diferente. Finalmente, y aunque ahora no te lo creas, recordarás todos los momentos, todas las cosas buenas. Llegarás a recordar esos momentos de alegría sin que duela.
Y ahora me dirijo a todas las personas que no han pasado por esto:
¿De verdad merece la pena sufrir por problemas de mierda?
Disfruta.
Recuerda esto.

viernes, 2 de marzo de 2012

Historia de muchos, injusticia de nadie.

Catorce años. Esta sociedad me asusta. No quiero caer, no quiero acabar siendo como ellos. Y sé que no lo haré, tengo fe en ello. Sé que nunca daré ni una sola calada, sé que nunca beberé hasta perder la cabeza. Seré una persona ejemplar, al menos en esto. Estoy seguro de ello.

Quince años. Todo va mal, esta situación me está matando. Por dentro me consumo lentamente. La situación familiar es insostenible y esto lo ha empeorado todo.

Meses después, todo sigue igual. Él dice que esto me ayudará, que me olvidaré de todo y de todos y que podré, por fin, estar tranquilo y disfrutar. Es de noche, hace frío... La oferta es tentadora. Mil imágenes pasan por mi cabeza, y todas las promesas que hoy voy a romper. Él sigue con el porro en mano, ofreciéndolo. Yo lo cojo y me olvido de todo. Me prometo a mí mismo que esto no se repetirá otra vez.

Más meses que pasan. Salgo de casa dando un portazo. Es de noche, no tengo a dónde ir. Como siempre, hace frío en la calle. Voy a beber hasta perder el sentido, es lo único que creo poder hacer.

Diecisiete años. Noches de litros de alcohol y decenas de caladas, mi rutina de fin de semana. Yo controlo, mamá. No me pasará nada, mamá. Sé lo que hago, mamá.
Pero ella no lo sabe.

Meses más tarde. He dejado los estudios. Entre una cosa y otra, mamá no para de llorar, ahora estoy acostumbrado. No sirvo para nada y a cada calada peor me siento. Las noches no son lo que eran. Salgo para divertirme, pero lo he dejado todo para hacerlo.
Me siento sucio por mucho que me lave las manos. Todo iba mal, yo lo empeoré.

viernes, 3 de febrero de 2012

Que cuando muera no podré avisarte.

Un dolor de cabeza que se hace fuerte e intenso. Pestañear ya no sirve para nada. Asiento sin asentir, sin saber porque asiento, sin saber si quiero decir algo o simplemente no puedo mantener la cabeza sin que parezca caerse. Me duele el pecho.
El corazón debería latirme más rápido, o así es como yo lo siento, y sin embargo, me late más despacio.
Lo pienso todo, y en poco rato me quedo sin nada.
Nada en que pensar, mi cabeza ya no funciona, ya no regula.
Todo mi cuerpo está dormido. No lo noto. Me doy cuenta de que me estoy ahogando.

Todos conocemos o creemos conocer lo que nos sucede justo antes de morirnos, todo se resume a corazón y cerebro. Corazón y cerebro...
Pero, ¿quién sabe qué pasa después? ¿Quién sabe que pasa justo en el momento? ¿Quién sabe qué se siente? ¿El ultimísimo momento es de felicidad? ¿Cuál es la sensación de morirse?
Y nos lo preguntaremos. Y surgirán dudas. Y no pararemos de seguir preguntándonos lo mismo.
Pero nadie tiene la respuesta, ni nadie la tendrá nunca. Aquí no hay ciencia que valga. Lo que pase, nadie te lo va a poder contar. Y cuando a ti te suceda, será demasiado tarde para que nos lo cuentes.

viernes, 6 de enero de 2012

No ves lo que yo veo, no veo lo que tu ves.

Tus ojos y los míos son muy diferentes, como dos cámaras. Si pones dos cámaras diferentes juntas, verás que por cada una ves diferente. Quizás una imagen es más bonita en una de las cámaras, y así nos pasa. Yo te veo preciosa, mientras que tú no puedes parar de menospreciar tu imagen en el espejo. Nuestros ojos son diferentes en color, forma, incluso en la cantidad de pestañas. Pero nuestra forma de mirar la misma imagen, también es diferente. En cualquier momento tu vista te puede engañar, y tendrás que convivir con ello. Tendrás que convivir con ver tu imagen en el espejo y querer romperlo. Te ayudaré a entender que no eres lo que tu ves, que te exiges demasiado y eso te deja ciega. Te ayudaré, por darnos cuenta que a las dos nos pasa lo mismo. Quizás algún día alguien te haga sentir de otra manera, y la forma de verte cambiará. Toda persona viviente en algún momento de su vida se mira en el espejo y sonríe. Quizás cuando está más arreglada por algún acontecimiento, o a veces ni si quiera tiene que mirarse en el espejo para verse y sonreír. Con que alguien que verdaderamente le importa y en quien confía se lo diga, ya puede sacarle una sonrisa.