Despacio.Nunca es demasiado tarde, nunca un texto es demasiado largo, nunca hay demasiada prisa.
Encuentra el olor, el sabor, la imagen. Encuentra el mensaje.
Escribo mi película, tú lees mis líneas y ves la tuya.

Seguidores

sábado, 16 de noviembre de 2013

Sobre la marcha.

Me pregunto si es habitual esta sensación de querer dejarlo todo y no esforzarse nunca más en ningún asunto. No sé qué es lo que me ha pasado. Ya no soy lo que era.
Yo no quiero esto, pero elegí esto, y es que tampoco me quiero marchar. 
¿Qué te pasa? ¿Estás cansada? Es normal, los comienzos son duros...
Los finales también. Es demasiado difícil finalizar.
No sé qué ha sido de esa niña preocupada por sus estudios, de esa niña de al menos notables y fama de persona sumamente inteligente. ¿Qué me habéis hecho? ¿Qué me hice?
Me cuesta escribir. Tengo un bloqueo emocional que me hace no poder continuar esta frase como quisiera, no poder expresar lo que deseo expresar.
Me pregunto dónde quedó eso de aprobar sin estudiar, de estudiar y que fuese imposible suspender. Que me he pasado horas estudiando en esa habitación y el resultado no ha sido el que esperaba. Ahora se puede suspender habiendo estudiado y me sigue costando encajar la noticia.
No todo es blanco o negro. Tampoco soy una puta niña decepcionada por un suspenso. Soy la frustración de nuevo y vengo a joderte, a abrirte los ojos a la realidad que tú estás viviendo y yo estoy sufriendo, porque joder, me parece que no sois tan realistas. 
Me hizo pensar aquella frase que decía eso de que "deberían enseñarnos cómo pensar y no qué pensar". Y cuánta razón lleva. Siento que somos sometidos e inútiles soldaditos que esperan las órdenes para llevarlas a cabo mal y a rastras, porque nos mandan hacer un trabajo y nos dan de margen siete días, pero sólo aprovechamos el último. Y luego si ese día Internet no funciona te tiras de los pelos, pero que no te tiren de la lengua, porque si lo hacen descubrirán que llevas arrastrando discretamente la irresponsabilidad desde que eras pequeño, y ahora poco a poco está saliendo a la luz.
Quéjate, pero estás recibiendo lo que mereces, como los problemas de espalda que tendrás que comerte  por haberte sentado toda una vida en una silla verde como si fuese una hamaca. Esto es la vida y te estás enterado tarde, como de costumbre.
Y aquí estoy, castigándome a mí misma con estos pensamientos y dos archivos abiertos que me indican cómo hacer el análisis de un texto y su comentario crítico, algo que supuestamente se me da bien. Y estoy así, en blanco. Una vez más decepcionada porque perdí lo que fui, porque otros lo hacen mejor que yo, porque me molesta que otros lo hagan mejor que yo. La obsesiva rivalidad no llega a ninguna parte pero, ¿por qué tengo este cinco en lengua? ¿Dónde está mi sobresaliente?
No veo cuál es el propósito de una vida estudiantil que me arrastra y me ahoga como si fuese un perro incapaz de pasear con normalidad sin esos tirones que le dan con la correa. No estoy aprendiendo nada, sólo estoy sufriendo, sólo estoy llegando al límite de la ansiedad y dejando de disfrutar incluso los fines de semana. Sólo me estoy dando cuenta de que no doy la talla, de que no llego al nivel que me exigen, de que no hago las cosas bien una vez más.
Quiero dejar bachillerato, pero sé que no lo voy a hacer. "Los comienzos son duros".
Después de este calentamiento, me voy a hacer el comentario crítico. Y para mí, me reservo éste:
Sé que se me da bien perder el tiempo, pero se me da mejor aún, cuando queda poco, aprovecharlo al máximo.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Cuando callamos.

Caminaba y allí estaba él, implacable, una vez que llega es difícil hacer que se vaya. Cuando se produce entre dos individuos siempre existe el miedo antes de decidirse a romperlo, pues no quieres que la otra persona sepa que has estado buscando algo de lo que hablar desesperadamente por lo mucho que estas situaciones te inquietan. Así van las cosas.
Cuando existe cierta confianza entre los que caminan, si él interrumpe normalmente se le deja introducirse de mutuo acuerdo. En estos casos no suele venir acompañado de felicidad. Se crea un punto y coma para respirar tranquilos y sumergirse cada uno en sus propios pensamientos personales y reflexionar. Te evades completamente.
En estas situaciones, cuando las palabras vuelven no requieren esfuerzo para salir, más bien son enviadas y recibidas con un extraño sabor a volver a ser el espectador de una despedida o reencuentro en un aeropuerto.
Está claro que puede sacar lo peor o lo mejor de nosotros, por ejemplo cuando disfrutamos de una puesta de sol, nos miramos a los ojos o nos besamos.
Pero de verdad, con una razón de peso.
(Supongo que el propio silencio es el que mejor se define a sí mismo).