Despacio.Nunca es demasiado tarde, nunca un texto es demasiado largo, nunca hay demasiada prisa.
Encuentra el olor, el sabor, la imagen. Encuentra el mensaje.
Escribo mi película, tú lees mis líneas y ves la tuya.

Seguidores

domingo, 27 de enero de 2013

Perdidos entre los años.

No me defrauda el amor, me defrauda lo que vosotros llamáis amor.
Necesitáis a una persona para dar sentido a vuestra vida, para no sentiros solos. Necesitáis compartir de alguna manera, sentiros vivos.
Es por eso que veo a niñas de catorce años que propagan por ahí la virginidad que han perdido, como si fuese un juego, como si no importase. Niñas perdidas, que asumen el papel de súbdito y se someten, la opinión del otro ahora es la suya, la que hay que defender con uñas y dientes. Acceden a ejecutar las acciones que por la televisión ven y critican. Dicen haber encontrado el amor de su vida, pero en las tres semanas que llevan, no les podría haber dado tiempo ni a buscar. 
Y qué decir de los chavales, con su preciosa joya, la que pudieron encontrar, posiblemente la más abierta y la más confundida de todas. Sin maldad, sin pensarlo dos veces. Se dejan llevar y lo único que piensan es si todo aquello se parece a la normalidad que tantas veces han visto reflejada. Y sí, la 'normalidad' que los ojos ven día tras día, es como aquella.
Pero el asunto no sólo va de chavales cuya aventura no pasará más allá de un vago recuerdo infantil que pronto se darán cuenta de que así era. Recordarán los actos llevados con inocencia, con afán de imitación, como en una película antigua cuando dos críos aún más aniñados se rozan los labios en señal de una amistad que supera a todas las demás que han conocido. Crecerán y se darán cuenta (cuando encuentren algo menos parecido a la virtualidad, algo más real, más exacto) de que podrían haber esperado, pero estaban ansiosos de cambio. No se arrepienten, pero se avergüenzan.
Sigues creciendo y buceas en un caos de mundo adolescente. Todo es tan rápido y confuso que tus ideas no llegan nunca a aclararse, actúas en busca de sorpresas. Puro morbo. No existen reflexiones, como mucho, aquella chica se echará a llorar un rato y luego se le pasará. Se enamorará del chico con el que ni si quiera ha mantenido una conversación, pero intentará conocerlo a fondo espiando sus múltiples redes sociales y cómo se desnuda en cierto modo su yo interior en ellas. Y aquel chaval perdido que no tiene vigilantes, probará los porros y se enganchará. Pero no compra, le invitan. Y esa es la mejor excusa. Drogas tan introducidas en la sociedad que ya no asustan. Sexo torpe y adolescente, tu íntima aventura que, no se sabe como, al final todos por el pasillo la conocen.
Amor, traición, alcohol, fiesta y amigos criticándose. En definitiva, únicamente buscan bulla y escapar.
Qué decir, si al fin y al cabo, lo que estamos haciendo es simplemente eso: probar
Tan sólo estamos probando. 

domingo, 13 de enero de 2013

Recuerda.

Cuando estás con tus amigos de siempre y de repente surge un repaso, una vuelta al pasado. Recuerdos que vuelven deteriorados.
Una vista hacia nuestras memorias, y una luz se enciende en tu interior. Un cosquilleo en tu estómago, la misma sensación que sientes cuando te invade el emotivo nerviosismo de dar paso a una nueva experiencia. El mismo sentimiento, cuando del baúl de tus recuerdos abstractos resurge aquella escena.
Alguien o algo, sin tener conciencia de ello, usó la clave para abrir ese recuerdo de tu mente. Palabras que sirven de llaves, explicaciones que te empujan a recordar. Pero los recuerdos también se desgastan. También se llenan de polvo y sufren cambios que les afectan. Un recuerdo no siempre hace justicia a la realidad. Si ese momento fue doloroso, traumático... Entonces se tornará oscuro y violento, más de lo que realmente fue. Si fue bonito, si te cautivó... Entonces su belleza será fuertemente incrementada.
De qué sirve ser feliz si esos momentos el tiempo te los borra y no queda nada. He vivido aventuras, he pasado los mejores ratos de mi vida.... Pero no siempre me acuerdo. Podrás contarlo, intentar recordarlo con todos sus detalles, o incluso soñarlo. Pero nunca volverás a vivirlo. Tu vida será como una película descargada de Internet, a saltos y cuya calidad de imagen y sonido dejará mucho que desear. Tanto que muchos detalles te los inventarás sin darte cuenta, los sacarás de contexto y probablemente sean erróneos. Las escenas serán mucho más perfectas de lo que realmente fueron, o mucho más dramáticas.
A veces pienso que sólo servimos para echar de menos.
Lo único que nos queda es lo que somos.
Los buenos momentos pasan, las personas mueren, los objetos se rompen, se pierden o se desgastan. Y tú..., tú tienes que vivir tu vida.
La realidad me abruma, pero el 'hoy' está ahí. Me levanto y tengo cosas que hacer. Y, de esta forma, funciono como un coche que va perdiendo gasolina: sé que un día me quedaré sin nada, que poco a poco lo estoy perdiendo todo, pero, de momento, yo sigo y mi depósito permanece medio lleno.