Despacio.Nunca es demasiado tarde, nunca un texto es demasiado largo, nunca hay demasiada prisa.
Encuentra el olor, el sabor, la imagen. Encuentra el mensaje.
Escribo mi película, tú lees mis líneas y ves la tuya.

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domingo, 20 de octubre de 2013

Entradas y salidas.

No creo que lleguéis a quererme y a creerme tan fuerte como para que me sienta arropada y duela de vez en cuando, de esa forma tan bonita que en el fondo te hace sentir que merece la pena el dolor. Está claro que soy un puzzle de mil piezas y no han sabido completarme. Han vuelto a mezclarlas todas para meterlas en una caja y abandonarla en el trastero. Estoy sola, a oscuras y hace frío. Digamos que no me va demasiado bien.
Lo que quiero decir es que me he desmoronado de nuevo. Hay gente que posee una elegancia insultante cuando llora, y esta elegancia me ofende porque es de la que carezco; entonces el sufrimiento por el que tengo ganas de llorar se junta con el que me impide hacerlo, y esas son mis sustancias sustitutivas al clásico cigarrillo, ese que grita contaminación y adicción. Pues lo mismo.
Tengo que fingir ser fuerte porque todos aparentan serlo y no sé, quizá me pisen.
Hacía tiempo que no lloraba así. Estoy cansada de reprimir sentimientos, digamos que si fuesen papeles en una papelera me paso la vida pisándolos y aplastándolos para que quepan más y más hasta que llega un momento en el que pasa esto.
Y es que lloro porque no veo a nadie llorar.
Siento que todos tenemos conversaciones de lo más superficial, porque nadie quiere recordar que un tanto por ciento de su vida son sonrisas que todo el mundo ve y el otro porcentaje son lágrimas de las que nadie va a hablar.
Estoy cansada de "¿qué tal el instituto?" "Odio al profesor de lengua" "¿Cuánto queda?" "¿Estudiaste?" Cuenta atrás hacia el verano a todas horas, música, películas, fútbol y gustos que nunca coinciden como quisiéramos, de la misma forma que un par de huellas dactilares no van a coincidir.
Hablando todo el tiempo de otra gente, de boca de la envidia, transmitiendo el odio.
Yo quiero un "a veces siento que no puedo más", "esta vida no me llena", "no sé qué me pasa" o "me falta algo"... Quiero que alguien me hable de lo que realmente todos queremos hablar si no fuésemos a ser juzgados, de lo que de verdad estamos pensando cuando hablamos, de los pensamientos y sentimientos que no pasan por nuestra propia censura, en parte involuntaria.
Me gustaría pasar una temporada en tu cuerpo, en tu mente, en tu vida para arrepentirme después. Y tú en la mía. Saldríamos aterrorizados. Quizá estemos hechos para ocupar cada uno el lugar que ocupamos, y la depresión es el resultado de una mente encarcelada en un cuerpo y una vida que no le corresponde. No puedo saberlo.
Me gustaría hacer poesía, pero os dejo esto. Algunos tienen alma de poeta, pero en mi caso me conformo con no ser un alma encerrada en una vida que no es la mía.
Me conformo así; seguiré dejando que estas mejillas se rieguen una vez al mes...

domingo, 6 de octubre de 2013

Cuestión de actitud.

Entró en el baño y se pintó cuidadosamente los labios. Permaneció diez segundos atenta al espejo y luego se largó. Su pulso se aceleraba como si estuviese subiendo siete pisos de escaleras, pero la actividad física que realizaba era mínima. Siguiendo todo recto por esa acera en diez minutos llegará al centro.
Se saludaron, ella y el resto de las chicas. Eran cuatro. Cuatro pequeñas mujeres aparentemente sencillas, a las que ella observaba minuciosamente en busca de la mínima inseguridad, de la mínima similitud con ella. Sus inseguridades crecían a medida que no encontraba las suyas.
Tomaron un té frío, las que quisieron pedir. Pasaron allí un buen rato, pasearon por el centro, entraron en algunas tiendas y se sentaron a hablar en el lugar que por la noche se convertía en el núcleo principal del botellón adolescente.
No podía desconectar, su mente siempre estaba allí, manteniéndola cansada, agotándole las fuerzas. Hablaba sin problemas y fingía estar bien. Lo hacía bien, demasiado bien.
Intentaba distraerse pero nunca lo conseguía del todo. Le costaba moverse, esforzarse; aunque siempre lo conseguía, pese a ese miedo que la paralizaba.
Se tomaba cada salida como un reto: "Aguanta, sólo quedan dos horas."
"Ya ha pasado una hora."
"Pronto volverás a casa."
Eso se decía a sí misma.
En casa tampoco estaba bien, pero al menos podía dejar de fingir.
Le costaba vivir aunque sobrevivir fuese fácil.

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Está claro que mi protagonista no se encuentra bien, como tantas otras personas. También está claro que estas situaciones nunca son eternas.
Sé que esas cuatro amigas llegarán incluso a sentir desprecio por ella, por su malhumor, por su rechazo, por su comportamiento. Debes saber que alguien así necesita tu ayuda, tu comprensión, tu fuerza, tus ánimos. No tu desprecio y tu rechazo. Reflexiona sobre las personas que tienes a tu alrededor. Un mal comportamiento siempre tiene trasfondo.
Sé que esta chica superará esto en un tiempo, que no serán ni días ni semanas, sino meses o incluso años. Incluso varias veces podrá creer que toda esa pesadilla ha desaparecido, pero volverá. Es una guerra con uno mismo bastante intensa, pero la mejoría la puedes notar día tras día. Puedes controlar la situación a base de práctica y sin obsesionarte.
La suerte de esta joven está en mis manos, y es tan importante como la tuya. Deja que el mundo te ayude y tú podrás ayudar al mundo. Céntrate en tus aficiones, en lo que realmente te guste. Ese es el verdadero combustible.
La suerte de esta joven depende de mí, pero no porque yo le haya dado vida en unos pocos renglones. Aunque en cierto modo es así, porque ella soy yo. No la he inventado, no la he creado: te estaba hablando de mí. Últimamente el mundo ha decidido regalarme una pausa y dejarme ejercer un poco como persona sana.
Lo admito, y es que sé que no he superado mi situación aún. Sé que, como ya he dicho antes, volveré a caerme en un tiempo. Pero quiero aprovechar esta bocanada de aire fresco. Sé que voy a salir de esto y sin medicamentos, sé que será así.
Ánimo a todo aquel que tenga un problema y se sienta obligado a ocultarlo por vivir en una sociedad todavía más enferma que cada uno de nosotros. Vas a poder con esto, volveremos a sentir esa euforia que a veces tanto se hace echar de menos.
Sigamos viviendo hasta morir.