Despacio.Nunca es demasiado tarde, nunca un texto es demasiado largo, nunca hay demasiada prisa.
Encuentra el olor, el sabor, la imagen. Encuentra el mensaje.
Escribo mi película, tú lees mis líneas y ves la tuya.

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domingo, 20 de abril de 2014

El río y el reloj también están sonando.

Escribirte cuando no puedo mirarte a los ojos y abrir la boca. Para hablar, por escucharte, para juntar la mía con la tuya. Aunque eso lo prefiero con los ojos cerrados, cuando sé que esto de tener los párpados bajados no significa que esté soñando.

Me gusto por escribirte y me odio por hacerlo de amor. Pero al menos lo escribo y no lo expreso en voz alta. Al menos, a esto pueden llamarlo prosa poética.

Te juro que paro las prisas para imaginarme qué estás haciendo. En qué detalles te estás parando. Si sonríes y cuántos latidos tienes por segundo. Podría enamorarme de cualquier puta cosa si pudiese observarla cuando nadie la está observando.
Me enamoraría saber en qué pierdes tu tiempo, con qué o con quién lo aprovechas. Quiero estar ahí cuando resoples fuerte, cuando con los ojos muy abiertos te den las tres de la mañana en la habitación y no puedas pedir silencio a tu cabeza.

Pienso en todo lo que no decimos por miedo a que suene como lo hace esto. Lo más humano que podemos sentir nos da miedo. Aunque pensándolo bien, el miedo es lo más humano que podemos sentir.
Quiero encontrarme con quien también esté buscando perderse en los detalles rutinarios de otro. Quiero que sea pronto, no me aguanto.
Joder, que si sigo escuchándome vomito.

domingo, 6 de abril de 2014

Delirios del 'carpe diem'.

Últimamente me cuesta recordar. No retengo información. Se me olvidan las caras de las personas, los deberes que no anoté confiando en mi nefasta memoria, los conceptos que nos enseñan, lo que me dicen, lo que yo misma digo. No sé lo que hice hace tres días, no recuerdo qué comí ayer, no sé qué llevaba puesto. Vivo en un bucle continuo de amnesia, de alteración de la memoria reciente que me producen estas pastillas que consumo y que me consumen. Lorazepam bajo la lengua y otro día que comienza.

No recuerdo el final de las películas que veo ni la trama de los libros que leo. Estudio y se me olvida lo que estudio. Y sonrío, porque en el fondo me alegro de que mi cabeza no sea un mero almacén de información que regurgitar ante un examen. Sólo me queda confiar en mi capacidad para reflexionar y encontrar respuestas, por eso no me jode. Sonrío porque al menos tengo droga gratis y cuando interrumpo el tratamiento de repente, tengo unas ganas de hablar y de vivir que de otra forma no se consiguen.

Las ganas que me están ahogando. Quiero leer mil libros y poder hablarte de ellos. Quiero escribir y escribir y escribir y tener la certeza de que merece la pena. Tengo ganas de salir a la calle y recorrerme la ciudad en buena compañía. Tengo ganas de darlo todo en el gimnasio hasta quedar exhausta.
¿A dónde iré en mi próximo viaje? Sólo de pensarlo se me pone la piel de gallina.
Adoro desayunar a las dos de la tarde los fines de semana, encender el televisor y encontrarme a Morgan de la gran Unidad de Análisis de Conducta tan lejana, sonriendo con esos dientes tan envidiablemente blancos.
Me apetece sentir y disfrutar de la naturaleza, me parece que lo hacemos demasiado poco.

La vida son dos días: viernes y sábado. A todo lo demás no lo llamamos vida.

Quiero decirle que tiene unos ojos preciosos y que no entiendo por qué baja la mirada. Quiero decirle que me muero por todos y cada uno de los detalles que tiene conmigo y que trato de que permanezcan en mi memoria como sea. Quiero abrazarlo sin miedo, comérmelo a besos y que no resulte extraño, porque simplemente es lo que quiero hacer, dejando a un lado posibles significados ocultos.
Supongo que me gusta escribirlo todo porque es mi forma de mantener los recuerdos intactos.