Despacio.Nunca es demasiado tarde, nunca un texto es demasiado largo, nunca hay demasiada prisa.
Encuentra el olor, el sabor, la imagen. Encuentra el mensaje.
Escribo mi película, tú lees mis líneas y ves la tuya.

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domingo, 28 de abril de 2013

Las cartas que nunca se envían.

He vuelto a hacerlo, papá. A temblar de miedo porque tú no estás. A reír cuando estoy rodeado de varias personas, algo de lo que estoy indudablemente arrepentido.
Estoy volviendo a escribirte mientras lloro y mi corazón no deja de sangrar. No sé de dónde sale tanto dolor, y si no es físico, me pregunto por qué hace tanto daño.
He vuelto a torturar mi alma con vagos recuerdos que ni si quiera sé si son ciertos. He vuelto a sentir placer, he vuelto a sentirme culpable, pero ante todo he seguido y sigo sintiendo un enorme dolor.

No entiendo esta contradicción tan mía de intentar ser feliz y, cuando estoy a punto de dar un buen paso en dicha tarea con semejante complejidad, derrumbarme y pedirte perdón. Pedírtelo de rodillas, haciéndolas sangrar, golpeándolas de pronto contra el suelo. He vuelto a hacerme daño para ver el causante del dolor que siento, y no padecer esa frustración añadida de experimentar que me estoy muriendo y no ver la sangre manar.

Y aquí estoy, intentando que escuches mi ruego. ¿Pero cómo?
Estás muerto, nada ni nadie podrá remediar nunca ésto.
¿Y qué voy a hacer conmigo?
Tú querrías verme feliz, y sin embargo, aquí estoy. Buscando tu perdón por intentar serlo ignorando tu muerte. Pidiéndotelo por intentar ignorarla. Pidiéndotelo por no ser feliz.
Lo siento. No puedo, papá. No puedo sonreír sabiendo que los meses pasan y cada vez te echo más de menos, pues cada vez el tiempo me aleja más del último día en que te vi.
Lo siento, sé que no querrías ver que ya casi soy un hombre y me permito estos ojos rojos. Te decepciono a cada paso. Llorando, intentando olvidarte, fracasando. Decepción tras decepción.

Y es que sé que no te voy a olvidar nunca, papá.
Ya no me importa si pueden ver mis lágrimas. Ya no tengo nada que ocultar. Tampoco nada que perder.
Es de noche... He vuelto a mirar a atrás.