No estás bien. Las lágrimas resbalan por tus mejillas ya acostumbradas, sin nadie que las seque porque es inútil secar la calle cuando llueve. Tus ojos siempre están rojos, resfriados, tristes. Por mucha hambre que tengas no vas a comer bien, lo sabes. Las veces que has intentado alimentarte más de lo acostumbrado, reaccionaste echando todo lo que había entrado. Poco a poco tu esófago se está quemando, y desistes en esa tarea de comer bien si luego no va a servir para nada más que para seguir quemándote por dentro.
El problema es que tu estómago está completamente vacío y tu cabeza está demasiado llena como para pensar en que algo más pueda tener sitio.
Algo falla y no parece ser leve. Sólo te llenan los vacíos. Ser feliz está en tus manos, muchas veces esto es la mejor parte. Pero en ocasiones, puede ser la peor.
El problema es que tu estómago está completamente vacío y tu cabeza está demasiado llena como para pensar en que algo más pueda tener sitio.
Algo falla y no parece ser leve. Sólo te llenan los vacíos. Ser feliz está en tus manos, muchas veces esto es la mejor parte. Pero en ocasiones, puede ser la peor.
Siempre podrás tirar el relevo al suelo, muy lejos, para que nadie más pueda cogerlo.
Ahora estás atrapada, pero la puerta de entrada es la misma que la de salida. Cuando te des cuenta de que nadie puede ayudarte, que sólo tú puedes encontrarte, entonces la buscarás y la hallarás.
Toda tu debilidad física ahora se convertirá en voluntad y fuerza; todo es efímero, todo cambiará.