Entró en el baño y se pintó cuidadosamente los labios. Permaneció diez segundos atenta al espejo y luego se largó. Su pulso se aceleraba como si estuviese subiendo siete pisos de escaleras, pero la actividad física que realizaba era mínima. Siguiendo todo recto por esa acera en diez minutos llegará al centro.
Se saludaron, ella y el resto de las chicas. Eran cuatro. Cuatro pequeñas mujeres aparentemente sencillas, a las que ella observaba minuciosamente en busca de la mínima inseguridad, de la mínima similitud con ella. Sus inseguridades crecían a medida que no encontraba las suyas.
Tomaron un té frío, las que quisieron pedir. Pasaron allí un buen rato, pasearon por el centro, entraron en algunas tiendas y se sentaron a hablar en el lugar que por la noche se convertía en el núcleo principal del botellón adolescente.
No podía desconectar, su mente siempre estaba allí, manteniéndola cansada, agotándole las fuerzas. Hablaba sin problemas y fingía estar bien. Lo hacía bien, demasiado bien.
Intentaba distraerse pero nunca lo conseguía del todo. Le costaba moverse, esforzarse; aunque siempre lo conseguía, pese a ese miedo que la paralizaba.
Se tomaba cada salida como un reto: "Aguanta, sólo quedan dos horas."
"Ya ha pasado una hora."
"Pronto volverás a casa."
Eso se decía a sí misma.
En casa tampoco estaba bien, pero al menos podía dejar de fingir.
Le costaba vivir aunque sobrevivir fuese fácil.
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Está claro que mi protagonista no se encuentra bien, como tantas otras personas. También está claro que estas situaciones nunca son eternas.
Sé que esas cuatro amigas llegarán incluso a sentir desprecio por ella, por su malhumor, por su rechazo, por su comportamiento. Debes saber que alguien así necesita tu ayuda, tu comprensión, tu fuerza, tus ánimos. No tu desprecio y tu rechazo. Reflexiona sobre las personas que tienes a tu alrededor. Un mal comportamiento siempre tiene trasfondo.
Sé que esta chica superará esto en un tiempo, que no serán ni días ni semanas, sino meses o incluso años. Incluso varias veces podrá creer que toda esa pesadilla ha desaparecido, pero volverá. Es una guerra con uno mismo bastante intensa, pero la mejoría la puedes notar día tras día. Puedes controlar la situación a base de práctica y sin obsesionarte.
La suerte de esta joven está en mis manos, y es tan importante como la tuya. Deja que el mundo te ayude y tú podrás ayudar al mundo. Céntrate en tus aficiones, en lo que realmente te guste. Ese es el verdadero combustible.
La suerte de esta joven depende de mí, pero no porque yo le haya dado vida en unos pocos renglones. Aunque en cierto modo es así, porque ella soy yo. No la he inventado, no la he creado: te estaba hablando de mí. Últimamente el mundo ha decidido regalarme una pausa y dejarme ejercer un poco como persona sana.
Lo admito, y es que sé que no he superado mi situación aún. Sé que, como ya he dicho antes, volveré a caerme en un tiempo. Pero quiero aprovechar esta bocanada de aire fresco. Sé que voy a salir de esto y sin medicamentos, sé que será así.
Ánimo a todo aquel que tenga un problema y se sienta obligado a ocultarlo por vivir en una sociedad todavía más enferma que cada uno de nosotros. Vas a poder con esto, volveremos a sentir esa euforia que a veces tanto se hace echar de menos.
Sigamos viviendo hasta morir.